Los antídotos más comunes son los creados por el hombre, mediante la sintetización de otras sustancias químicas. En ocasiones, el mismo veneno o toxina (especialmente en el caso del veneno de vipéridos) sirve como base para la sintetización y elaboración de estos antídotos.
Hay también antídotos naturales, como el antisuero, anticuerpos producidos por el propio organismo para detener el veneno. No obstante, podemos aprovecharnos de este obtención natural para aplicaciones artificiales; a saber, inmunizar a un animal inyectándole una pequeña dosis del veneno para que fabrique anticuerpos, extraer su suero y emplear dichos anticuerpos para tratar a otros individuos.
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